IMPERIO; TRANSFORMACIONES Y VIGENCIA

jueves, 25 de febrero de 2010


El siguiente informe especial presenta un detallado panorama del estado actual de la cultura en los Estados Unidos. En él podrán leerse cuáles son las ideas rectoras que la sustentan, así como las expresiones más importantes de su literatura, de su cine, de su música y ciencia. También, la forma en que los estadounidenses perciben su cultura, la manera en que la proyectan sobre todo el planeta y algunas voces críticas que se alzan contra su influencia en el mundo.

La historia es así: un francés y un argentino van al cine. Al concluir la función, el primero dice que la película "n'était pas mauvais" (literalmente, "no era mala" ); el argentino, en cambio, afirma que "fue genial". Ambos, en realidad, están diciendo que la película era buena, pero lo están haciendo a través de la lengua de cada uno y desde las posibilidades que sus respectivas maneras de percibir la realidad les permiten. Entonces, traducir lo que se dice no sólo tiene que ver con las palabras que se emplean, sino más bien con la manera de entender el mundo que cada pueblo tiene. Tanto más vale el ejemplo cuando se trata de traducir culturas. Para colmo, cuando éstas son relativamente próximas, los malentendidos se reproducen exponencialmente. A tal punto que tanto Robert Louis Stevenson, en el siglo XIX, como Paul Theroux, en el siglo XX, se sirvieron del recurso para describir, con el consiguiente escándalo de los retratados, las costumbres de los franceses en Auvernia y los hábitos de los ingleses en el interior de Inglaterra, empleando una retórica similar a la utilizada por los exploradores clásicos para referirse a los nativos africanos. Así, plantar unas papas en un huerto o un juego de dardos en un pub se convertían en complejas ceremonias dignas del relato de un etnógrafo.

Otras palabras

Por lo dicho, se comprenderá que cuanto mayor carga simbólica tengan las palabras -esto es, cuanto mayor abstracción conlleven-, tanto más difícil será su traducción. De ahí, entonces, que ciertas categorías políticas se modifiquen profundamente al cambiar de hemisferio o, según se las emplee de uno u otro lado del Atlántico. Por caso, se recordará un famoso artículo de Susan Sontag, publicado durante el gobierno de Ronald Reagan -y reproducido por Clarín en ese entonces-, donde se comparaba la virulencia de los discursos contra el comunismo de éste con los sermones que el pastor Johnattan Edwards pronunció contra la brujería desde su púlpito en el siglo XVIII. Sontag demostraba que los recursos retóricos eran los mismos y concluía que las categorías políticas empleadas por los estadounidenses, aunque recibieran los mismos nombres que en Europa o Latinoamérica, no remitían a los mismos conceptos.

Los ejemplos en este sentido podrían acumularse infinitamente y siempre sería necesaria una "traducción". Dicho lo cual, vale la pena echarles un vistazo a esos incomprensibles Estados Unidos y, por qué no, a nuestra percepción de ellos.

Una realidad aparte

¿Cómo entender un país donde la infidelidad conyugal de un presidente es más grave que la violación sistemática de la propia Constitución? ¿Qué decir de un lugar en que los ciudadanos pueden armarse contra el propio Estado, accediendo sin el menor problema a las armas que, en otros países, serían consideradas como "de guerra"? ¿De un lugar donde las religiones -fundamentalmente algunas curiosas interpretaciones del cristianismo- asumen las formas más estrafalarias del planeta? ¿De una nación moderna donde, en algunos de sus estados, se prohíbe la enseñanza de las teorías de Charles Darwin por considerarlas incompatibles con las "verdades" de la Biblia? ¿De una sociedad multicultural que no se asume como tal y desprecia a sus minorías? Y lo más extraordinario, ¿qué pensar de un país que, a través de sus intelectuales y artistas denuncia todas estas cosas públicamente?

En razón de la influencia que los Estados Unidos ejercen sobre el mundo y atendiendo a las consecuencias que estas cuestiones tienen sobre todo el planeta, lo fàcil, lo inmediato, sería demonizar al país, considerándolo apenas como una superpotencia teocrática, inspirada por un capitalismo cerril, cuyas consecuencias ponen en jaque el futuro de la humanidad. Y aunque es probable que eso sea cierto, también es justo decir que los Estados Unidos son muchas otras cosas, de las cuales no pocas se manifiestan en el campo de la cultura. De esto, justamente, trata este número especial, que pretende, entre otras cosas, intentar "traducir" a nuestro castellano esos extraños Estados Unidos y, a la vez, detectar algunas de las maneras en que su permanente presencia termina por modificar nuestra percepción del mundo.

Fuente: http://www.clarin.com/suplementos/cultura/2007/11/24/u-00811.htm

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